El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, ha recibido el encargo del Rey Felipe VI de formar Gobierno tras finalizar la ronda de contactos con todos los grupos parlamentarios. El secretario general de los socialistas ha asumido “con honor” el encargo y se dispone a buscar los apoyos necesarios para liderar un gobierno progresista con cuatro ejes principales: la transición ecológica, la lucha contra la desigualdad, el impulso a la digitalización de la economía y el sistema educativo, y el fortalecimiento de Europa.
La tarde de este pasado jueves, el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, recibió por parte del rey Felipe VI el encargo de formar Gobierno para la XIII Legislatura que acaba de comenzar. Así lo anunció la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxel Batet.
Siguiendo el procedimiento legal establecido, el rey convocó a una reunión a la presidenta de la cámara baja para hacerle llegar su propuesta después de la ronda de consultas que el monarca ha tenido esta semana con los líderes de las formaciones políticas con representación parlamentaria.
Tras la reunión, la propia Batet, en rueda de prensa, hizo pública la decisión del rey. Ahora se fijará una fecha para la celebración de la sesión de investidura en la que el Pleno de la cámara decidirá si otorga o no su confianza al candidato socialista.
Será la segunda vez que el líder socialista asuma el encargo del Rey de formar gobierno. La primera fue a principios del año 2016, tras las elecciones generales de 2015, cuando el PSOE firmó un acuerdo programático con Albert Rivera y Ciudadanos. Esto se produjo después de que el ganador de aquellos comicios, Mariano Rajoy, se negara a intentar ganarse la confianza de la cámara legislativa. En aquella sesión de investidura, Sánchez no consiguió los votos necesarios y España se encaminó a una repetición electoral. Ahora, con 123 escaños y como la fuerza vencedora de las elecciones generales, el PSOE de Pedro Sánchez tiene el camino más fácil para seguir en La Moncloa donde está desde el triunfo de la moción de censura del año pasado.
El presidente del Gobierno en funciones, ha comparecido en el Palacio de La Moncloa para confirmar que “le he trasladado a S.M el Rey mi voluntad de aceptar el encargo de formar Gobierno, consecuencia directa del mandato expresado de forma mayoritaria por el conjunto del pueblo español el pasado 28 de abril. Un encargo que asumo con honor, gratitud y responsabilidad”.
Comienza así un largo camino de aproximadamente un mes en el que el líder socialista deberá recabar los apoyos necesarios de otras fuerzas políticas para salir elegido presidente. El resultado de las elecciones del pasado 28 de abril arrojó una clara victoria del PSOE que se hizo con 123 escaños, muy lejos de la segunda fuerza política, el PP, que se quedó en 66. A pesar de la claridad de los resultados, los socialistas quedaron lejos de los 176 diputados que marca la mayoría absoluta. Por ello, deberán pedir el apoyo de otras formaciones.
En su comparecencia de este jueves, el presidente anunció que se dirigirá a las tres formaciones que mayor representación consiguieron en los comicios. Por lo tanto, el secretario general de los socialistas abrirá una ronda de encuentros con Pablo Iglesias, de Unidas Podemos; Albert Rivera, de Ciudadanos; y Pablo Casado, líder del PP. El motivo de estos encuentros es, según palabras de Sánchez, porque “son los que pueden facilitar o bloquear la investidura”. El ya candidato a presidente ha añadido que “quiero gobernar desde los valores progresistas que representa el PSOE, hablando con todas las fuerzas dentro de la Constitución”. En referencia al programa con el que quiere afrontar la Legislatura, Sánchez ha dejado claro que “voy a proponer cuatro ejes a estos partidos: la transición ecológica, la adaptación al cambio climático; en segundo lugar, el impulso a la digitalización de nuestra economía; la lucha contra la desigualdad y, finalmente, el refuerzo del papel de Europa”.
El presidente ha aprovechado para avisar al resto de adversarios políticos que la ciudadanía “quiere que gobierne el partido socialista: o gobierna el PSOE o gobierna el PSOE. No hay otra alternativa”.
Se abre de esta manera una ronda de reuniones en las que Pedro Sánchez explicará los pilares básicos de su próximo Ejecutivo y pedirá un voto de confianza a su proyecto. En estos momentos, ha dicho el presidente, España se enfrenta a numerosos retos que determinarán nuestro futuro. Dichos retos hay que afrontarlos con “altura de miras” y con el máximo consenso de todas las fuerzas políticas por eso, ha remarcado Sánchez “mi intención es dialogar con todos”.
Desde el mismo día de las elecciones generales, a tenor por el resultado obtenido, el PSOE ha apostado por conformar un gobierno en minoría que pueda acordar sus medidas con otros grupos de la cámara. Los socialistas entienden que su socio prioritario debe ser Unidas Podemos con el que sumaría 165 escaños, aún lejos de la mayoría. Para completarla debe tener también el apoyo de fuerzas como el PNV, el PRC, Coalición Canaria o UPN, el último ‘socio’ inesperado que está dispuesto a facilitar la gobernabilidad del PSOE siempre que en Navarra los socialistas dejen gobernar al bloque de la derecha.
La suspensión de los diputados catalanes que están siendo juzgados en el Supremo también puede facilitar la investidura, ya que en la segunda votación (cuando se necesitan más votos afirmativos que negativos) el PSOE podría superar el trámite reuniendo 173 votos a favor.
Pero el proceso que ahora inicia el PSOE no está libre de obstáculos. Mismamente, Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos ha insistido una y otra vez que su formación quiere formar parte de un hipotético gobierno de coalición entre las dos fuerzas de la izquierda española. Sin embargo, distintos dirigentes socialistas recuerdan a Iglesias que, si bien son capaces de aportar votos, también traen con ellos vetos de otras fuerzas políticas también necesarias para la investidura.
Por otra parte, Pedro Sánchez quiere prescindir a toda costa del voto de los independentistas catalanes y vascos (ERC, Junts y Bildu) para que nadie pueda reprocharle que es rehén de los separatistas. Ya en la campaña electoral, el líder socialista advertía a todo el mundo que su partido perseguía una mayoría amplia ya que afirmó con rotundidad que “los independentistas no son de fiar”. Prueba de ello es que fueron precisamente los catalanes los que impidieron que el Ejecutivo ahora en funciones pudiera aprobar los Presupuestos Generales del Estado, precipitando la convocatoria electoral.
Otra vía que quiere mantener abierta el PSOE es la posible abstención tanto de Ciudadanos como del Partido Popular. Sin embargo, no parece sencillo convencer a los políticos de la oposición de dejar gobernar a Sánchez.
Es entendible la postura del Partido Popular, pues en 2016 las tornas estaban al contrario que ahora y Pedro Sánchez nunca se apeó del “no es no” para impedir que Mariano Rajoy siguiera en la Moncloa. Siempre podrán decir los socialistas que su postura se debía a la lacra de la corrupción que inundaba todos los rincones del partido conservador.
Es más complicado entender o comprender la postura de Albert Rivera y de Ciudadanos. La formación naranja irrumpió en la política española enarbolando la bandera de la regeneración y de la nueva política. Hablaban de superar la España de rojos contra azules, de trabajar en post del interés general, etc. De hecho, no hace ni tres años que el propio Rivera estrechaba la mano de Sánchez y firmaba un acuerdo programático que se presentó con ‘honores de Estado’ en el Congreso de los Diputados. Ahora, el líder catalán arremete con dureza contra Sánchez a quien ha llamado prácticamente de todo ¿qué ha cambiado en estos tres años? Será algo que deberá explicar el propio Rivera. Como también deberá explicar Ciudadanos por qué está dispuesto a gobernar junto a la ultraderecha en gobiernos autonómicos con los de la Comunidad de Madrid o Murcia. En el resto de Europa, sus compañeros liberales aíslan a los partidos extremistas por considerar que no hay nada que hablar con fuerzas de extrema derecha, antieuropeístas y fuertemente nacionalistas.
Albert Rivera, explicó tras su reunión con el Rey que había dicho al monarca que su formación no tiene pensado votar a favor de la investidura de Sánchez ni siquiera de una posible abstención que facilite la formación del Gobierno.
Por su parte, y como contrapunto, Pablo Casado dio visto bueno a que Unión del Pueblo Navarro, formación integrada en las filas populares, ofrezca al PSOE una abstención para que los socialistas puedan comenzar a gobernar. Eso sí, no sería ‘gratis’ ya que a cambio quieren que el Partido de los Socialistas Navarros hagan lo propio en Navarra y no intenten formar gobierno con Nafarroa Bai y Podemos, y la posible abstención de Bildu.
Le espera por tanto una difícil tarea a Pedro Sánchez. Aunque su habilidad negociadora y su incansable determinación hacen que el PSOE tenga la confianza de que resolverá la situación de forma favorable.
De lo contrario, si Sánchez no lograra ni la mayoría absoluta en la primera votación, ni mayoría simple en la segunda, el reloj electoral se pondría en marcha y en dos meses se podrían disolver las Cortes para convocar nuevamente a los españoles a las urnas. Esperemos que reine ahora la cordura y nuestros representantes políticos trabajen para que España tenga un gobierno estable y de progreso para los próximos cuatro años.