La anécdota que yo aprendí en la Facultad de Ciencias de la Informacion jamás la he olvidado aunque el nombre del protagonista se haya escurrido por los recovecos de mi memoria. Y no la he olvidado porque ha sido uno de los ejes de mi forma de entender la profesión. No, nosotros no somos protagonistas, solo somos testigos y nuestra función social no va mas allá de contar a la sociedad lo que vemos, eso si, desde una atalaya privilegiada. Sirva esta reflexion para ilustrar lo vivido tras la victoria socialista el 28-A . Aceptada como natural la euforia de la noche triunfal, la mesura y el análisis profundo y realista de la situación poítica es lo que debe primar tanto en los protagonistas del éxito, con Pedro Sánchez a la cabeza, como en su entorno mas próximo. Y la mesura y la reflexión pasan por hacer oídos sordos a las alabanzas triunfalistas de los corífeos y de los palmeros que les rodean. No, no son estos personajes aduladores y trompeteros, entre los que no falta algún periodista, la mejor companía para tomar las decisiones mejores para la sociedad.
Estas voces son las que entonan el aleluya en la hora del triunfo y el requiem cuando las cosas se tuercen. Son las mismas que descalifican a quienes optan por el análisis desde el conocimiento, sin vacilar a la hora de expresar dudas y advertir peligros, en vez de jalear al líder para que se suba con una trompeta a la columna de Peridis.Y la primera china en el zapato no ha tardado en levantar callos. El veto de los republicanos catalanes y los independentistas a la presencia y presublimente presidencia del Senado del líder de los socialistas catalanes no es mas que el primer aviso de que gobernar en solitario es mas una quimera que una realidad por mas que se empeñeen los de la trompeta.
Tal como están conformadas las actuales Cortes españolas son estos tiempos de política de pactos, de sembrar y recoger y no de exigir sin ofrecer mas que buenas palabras y malas promesas. Es esta una legislatura vital para convertir esta etapa en la Primera Democracia que rompe con las Cortes absolutistas . Cierto que ha habido otras sin mayorías absolutas, pero todas eran de sota, caballo y rey. Por decirlo con las palabras que Emilio Castelar usó para conminar a la aprobación de la República ‘’con Fernando VII murió la Monarquía tradicional . Con la fuga de Isabel II la Monarquía parlamentaria. Con la renuncia de Amadeo de Saboya la monarquía democrática. Nadie ha acabado con ella, ha muerto por si misma. Nadie trae la República, la trae una conjuración de la sociedad, de la Historia’’.Era un martes 11 de febrero de 1873. Pongan ustedes nombres para actualizar la Historia a fecha de hoy.
Y recomiendo a todos los que han aprobado un máster sin mas mérito que el tráfico de influencias, que se inscriban en la Universidad para Mayores, sección Historia. Sublevación cantonal, guerra de independencia en Cuba y guerra carlista junto a una dura crisis económica acabaron el 29 de diciembre de 1874 con la I República española después de 22 meses de cambios de Gobierno y de vetos entre intransigentes, centristas y moderados. La situación política la resumió perfectamente Benito Pérez Galdós: ’’Las sesiones de las Constituyentes me atraían y las más de las tardes las pasaba en la tribuna de la Prensa entretenido con el espectáculo de indescriptible confusión que daban los padres de la Patria(….) Era un juego pueril que causaría risa si no nos moviese a grandisima pena’’. Pero tal vez la imagen mas gráfica la dio el catalán Estanislao Figueras, quien presidiendo un consejo de ministros exclamó: "Señores ya no aguanto mas. Voy a serles franco. Estoy hasta los cojones de todos nosotros’’
No,
el veto a Iceta no es una anecdota baladí. Es un aviso claro de
lo que puede ocurrir cuando se tomen las primeras decisiones para formar Gobierno . Esperemos que esta Primera Democracia tras el absolutismo de la Transicion no acabe como la I Republica. Gobernar en solitario no puede ser y ademas es imposible. Y el camino para ir hacia al abismo lo señalan los corífeos trompeteros que son quienes mas astillas sacan de la leña del árbol caído. Y yo, como mi colega, solo lo advierto