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“Sin gluten”, ¿estrategia de marketing o realidad?

“Sin gluten”, ¿estrategia de marketing o realidad?

Con motivo del Día Internacional del Celíaco, que se celebró el pasado 5 de mayo, algunas organizaciones intentan desmontar los mitos y confusiones que se dan lugar entre la sociedad por el mal etiquetado de los alimentos «sin gluten», que puede resultar clave para las personas celíacas.


Aida Serra, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), califica de “marketing engañoso” las etiquetas de «sin gluten» que podemos encontrar en numerosos productos del supermercado. Afirma que “ni la leche, ni las hortalizas, ni muchos otros productos frescos como la carne o los huevos contienen gluten de forma natural”. Además, asegura ser una práctica contraria a la legislación actual, que obliga a indicar la presencia o ausencia de gluten en determinados alimentos susceptibles de llevarlo.

Asimismo, el Reglamento 828/2104 persigue prácticas informativas desleales en cuanto a que “la información alimentaria no debe inducir a error al insinuar que el alimento tiene unas características especiales cuando, de hecho, todos los alimentos similares tienen las mismas características”.

Este tipo de prácticas podrían inducir a confusión a las personas afectadas por la celiaquía, la intolerancia al gluten o la alergia al trigo, que son totalmente distintas y que te contamos a continuación:

- Celiaquía: Enfermedad autoinmune en la que las proteínas del gluten provocan una atrofia severa de la mucosa del intestino delgado impidiendo la absorción de nutrientes. Entre el 1 y 2% de la población europea está afectada por la celiaquía.

- Intolerancia al gluten: Los afectados sufren una sensibilidad al gluten no celíaca. Sus síntomas son muy similares a los de los celíacos, aunque no se ha observado reacción autoinmune al ingerir alimentos. La absorción de nutrientes no está comprometida por la existencia de un daño en la pared intestinal. La inexistencia de biomarcadores hace que su diagnóstico sea complejo. Se estima que puede afectar hasta diez veces a más personas que la celiaquía. Serra advierte que los celíacos deben evitar el gluten “completamente”, mientras que algunas personas con intolerancia al gluten, al presentar distintos niveles de intolerancia, pueden ingerir pequeñas dosis del citado nutriente, tal como ocurre con la intolerancia a la lactosa.

- Alergia al trigo: Las personas afectadas únicamente tienen reacción alérgica al trigo. La profesora de Estudios de Salud de la UOC, farmacéutica y doctora experta en nutrición, Anna Bach, recomienda que las personas presten “especial atención a los medicamentos”, pues algunos suelen contener gluten ya sea en el principio activo como en sus excipientes. Señala la importancia de que se aplique la normativa actual a todos los casos, incluyendo los medicamentos.

Debido a ello, el etiquetado debería distinguir los siguientes tipos de alimentos:

- Genéricos: Aquellos que, de forma natural, no contienen gluten. Por lo tanto, no sería necesario mencionarlo en la etiqueta. Como ejemplos, destacaríamos el agua, la leche, las verduras, las hortalizas, las legumbres, la carne y el pescado frescos, o los huevos.

- Convencionales: Aquellos que pueden fabricarse sin gluten, pero que también podrían contenerlo. Nos servirían de ejemplos los postres o los productos cocinados con salsas y otros condimentos. Bach añade a los ejemplos “el vinagre de Módena, el surimi, las verduras precocinadas o la salsa de soja”. Estos alimentos deben llevar claramente la indicación «sin gluten» cuando contengan menos de 20 mg/kg, una cantidad ínfima de gluten debido a la gran dificultad de eliminarlo completamente por la contaminación que pudiera producirse durante el proceso de recolección, manipulación o transporte de los alimentos.

También se deberían etiquetar como «contenido muy reducido en gluten» aquellos alimentos que no superen la cantidad de 100 mg/kg, puesto que “podrían ser adecuados para algunas personas intolerantes, pero en ningún caso para los celíacos”, recuerda Serra.

- Específicos: Alimentos que contienen gluten de forma natural pero la industria los ha reformulado para eliminarlo y hacer que sean aptos para celíacos. Alimentos como la pasta, el pan o algunas bebidas. Han de especificar claramente que son «sin gluten».

Como se ha podido comprobar, la práctica abusiva del etiquetado «sin gluten» puede llevar a la creación de mitos y confusiones, quizá por un interés comercial, pues en los últimos años se ha extendido la creencia de que una dieta sin gluten es beneficiosa para cualquier persona. Este dato solamente sería correcto para las personas que padecen celiaquía, intolerancia o alergia al gluten.

Para una persona sana, una dieta libre de gluten no presenta ningún beneficio. Puede prescindirse de él, porque no es un nutriente esencial, pero no supone ninguna mejora de por sí”, explica Serra, quien añade que este tipo de dieta “puede ser beneficiosa para personas que presentan el síndrome del colon irritable u otras enfermedades que afectan al correcto funcionamiento del intestino”, y advierte que seguir una dieta libre de gluten sin una supervisión médica puede ser “perjudicial para la salud” al ser una dieta desequilibrada, baja en fibra y excesivamente rica en azúcares y grasas.

Así pues, las expertas y profesoras en Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, Bach y Serra, señalan la importancia de combatir mitos tales como que el gluten engorda, puesto que los productos sin gluten a menudo incorporan grasas añadidas que suponen una mayor aportación de calorías.

Asimismo, aseguran que pasar de una dieta con muchos alimentos industriales –repostería, galletas, etc.– a otra basada en alimentos frescos sí puede ayudar a bajar de peso, y recalcan que la presencia o ausencia de gluten no tiene nada que ver con ello.

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