Pertenece al género de los que siempre han vivido de cargos políticos vinculados con el Psoe. Tras unos años de cómodo y bien remunerado puesto en Bruselas, Soraya ya sabía a comienzos de marzo de 2019 que no iba a repetir, ni en Bruselas, ni en Madrid, ni siquiera en Valladolid, donde fue abucheada por los suyos el 12 de febrero del año pasado. En román paladino, dado su papel de acoso y derribo a Pedro Sánchez era difícil que obtuviera un premio de consolación, o lo que es lo mismo, se iba a quedar fuera y sin sueldo. ¿Qué le impedía rechazar pues una jugosa oferta del partido de Albert Rivera, asociado con Vox y la ultra derecha en el gobierno de Andalucía?.
Nada. Salvo quizá la ideología política. En el supuesto caso de que realmente hubiera tenido una ideología socialista basada en el compromiso y el servicio a la sociedad. Por encima del cargo y del sueldo. El 6 de marzo de este mismo año, tras disolverse las Cortes de la XII Legislatura, la breve legislatura de la moción de censura de Pedro Sánchez, quizá barruntándose algo, anunció su baja del partido socialista. O puede que lo hiciera para tener manos libres y aceptar ofertas al mejor postor. Dado que en los últimos dos años, no había perdido ni una sola oportunidad de criticar con poca o ninguna elegancia la moción de censura y las conversaciones de Sánchez con los independentistas. Se apuntó a la farsa montada a cuenta del relator y fue dejando caer que la culpa de la pérdida de Susana en Andalucía la tenía Sánchez. Todos los males provenían de Sánchez. Apuntándose a las tesis de la derecha al confundir negociación con traición.
Traición de Sánchez a España. Quizá el adjetivo que haya que aplicar ahora a ella cuando hace apenas dos días anunció haber aceptado la oferta de ir de número tres por Ciudadanos, con Garicano, al Parlamento Europeo. Hagan juego señores, las elecciones están cerca, las ofertas del partido de Rivera, joven, despoblado y con muchas deserciones, tiene muchas sillas libres. No hace falta tener muchos escrúpulos. Se paga bien. Si sale, mantiene el estatus europarlamentario y su sueldo. Ella ha dicho, “lo hago porque por encima de mi partido está mi país”. ¿Qué país?. Cómo decía aquel de la “derechita cobarde”, mirándome a los ojos me puede decir, señora Soraya, que en el supuesto de que ganara la formación naranja, ¿No tendrían que seguir negociando con los independentistas?¿Cree que si se va Sánchez, como ustedes claman con desespero, entonces por arte de magia los independentistas volverían al redil como si tal cosa? Sabe que el artículo 155 tiene, entre sus enunciados de obligado cumplimiento, el de la eventualidad. Es decir, que no puede ser aplicado de forma permanente. Entonces ¿qué hacemos?¿Llevamos el ejército a Cataluña convirtiéndolo en un nuevo Ulster?¿Les bombardeamos por consejo de su socio Abascal?¿Les fumigamos?.
No insulte nuestra inteligencia, señora. Sabe fehacientemente que si, o si, hay que negociar con los secesionistas. No hay otro camino. La única diferencia es que usted quiere que quien lo haga, sea quien sea, la mantenga a usted en el escaño, en la poltrona del poder. Por tanto, en sus palabras de anteayer mismo: “por encima de mi partido, está mi país”, quizá debería haber añadido, no, por encima de su partido, señora, está su estatus y su sueldo. Qué le vamos a hacer. Demasiado a menudo, en la política también salen mercaderes.