El 12 de marzo de 1989 el ingeniero británico Tim Berners-Lee cambió nuestras vidas para siempre, sin poder imaginarse el alcance de su creación. ¿Qué sería hoy en día de nosotros sin internet, sin ese “vago pero ilusionante espacio, libre y abierto, creado para que toda la humanidad pudiera compartir ideas y conocimientos”?
Hace 30 años, el ingeniero británico Tim Berners-Lee propuso un “vago pero ilusionante espacio, libre y abierto”, con el fin de que “toda la humanidad pudiera compartir ideas y conocimientos”, ha recordado él mismo a través de una carta abierta y una pieza audiovisual, que ha difundido la World Wide Web Foundation, el organismo que el propio Berners-Lee creó en el año 1994 después de trasladarse al MIT desde el CERN, el centro donde se creó la magia de internet, aquel 12 de febrero de 1989 que pasará a la historia como una de las efemérides más destacadas de la era digital.
Sin embargo, el joven ingeniero de 33 años por aquel entonces solo quería ayudar a sus amigos a compartir información entre varios ordenadores, “una gran base de datos de hipertexto con enlaces mecanografiados”. El proyecto “Gestión de la información: una propuesta”, fue recibido con agrado por parte de su jefe, Bernd Pollermann, que le dio el tiempo necesario para que sentase las bases de su sistema de distribución de documentos.
Apenas unos meses después de convertirse en el artífice de lo que ahora conocemos como internet, el ingeniero británico ya había diseñado tres protocolos que resultaron fundamentales para todo lo que vendría después: el HTML, o lo que es lo mismo, Hyper Text Markup Language en inglés, con el que escribimos las páginas de internet; el URI o Identificador Uniforme de Recursos, con el que identificamos cada página en la web, conocido popularmente como URL; y el HTTP o protocolo de transferencia de hipertexto, que permite la recuperación de recursos enlazados desde toda la web.
Por si fuera poco, Berners-Lee es también el inventor del primer navegador y editor de páginas webs, llamado WorldWideWeb.app, y del primer servidor. De hecho, la primera web la creó para el CERN a finales de ese mismo año, 1990, aunque no se publicaría hasta un año después, con datos sobre el proyecto del que se había convertido en el padre de internet.
Con la llegada del navegador Mosaic, que permitía visualizar las páginas de forma mucho más gráfica, el proyecto de Berners-Lee se empezó a masificar convirtiéndose en una auténtica revolución que tres décadas después se ha multiplicado hasta alcanzar casi 2.000 millones de páginas web en línea.
Pero todo está por inventar en la red. Y es que, como decía Steve Jobs, “la web estará en todas partes. Algo con esta ubicuidad es sin dudad interesante”, tanto que hasta los frigoríficos de última generación están conectados a nuestros teléfonos móviles, en los que solo con un par de clics podemos abrir la puerta de la oficina, dar de comer al perro desde cualquier parte y casi, y solo casi, controlar el mundo si te lo propones.
“Internet es la primera cosa que la humanidad ha construido y que la humanidad no entiende, el experimento más grande de anarquía que hemos tenido” – Eric Schmidt