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"Lo que la oruga llama 'el fin', el resto del mundo lo llama 'mariposa'."

Con más motivos que nunca: Yo voy al 8M, ¿Y tú?

Con más motivos que nunca: Yo voy al 8M, ¿Y tú?

La convocatoria de huelga, coincidiendo con la conmemoración del 8 de marzo, ha impulsado una movilización social, que no contaba hasta este momento con precedentes de tanta entidad y dimensión.


Porque a la convocatoria de este año se suman nuevos desafíos para la reivindicación de los derechos de las mujeres, por la emergencia de fuerzas políticas que ponen en cuestión los logros históricos del movimiento feminista. Hoy, los objetivos conquistados parecen reversibles. Han emergido con fuerza posiciones que pretenden reeditar la batalla entre los sexos, convirtiendo la lucha por la igualdad en un análisis de suma cero en que la posición del Hombre pierde cuando logra la Mujer el reconocimiento que, históricamente, se le había negado. Se amenaza con destruir las bases de un discurso social, bien trabado, comprometido con un concepto de sociedad que es mejor si es completa, y que sólo será completa si la mujer siente que está, participa y efectivamente contribuye en condiciones de igualdad.

Parece increíble que hoy, cuando el discurso sobre la postergación histórica de la mujer se asentaba en el ideario colectivo y comenzaban a combatirse sus consecuencias con medidas de acompañamiento, promoción y protección, se levanten voces sesgadas, excluyentes, más bien sectarias, que pretenden, incluso, generar la confusión de términos, palabras y conceptos para nada inocentes, sobre la violencia de género (en cualquiera de sus manifestaciones y grados), confusión con otras conductas que son diferentes a su singular realidad y gravedad. Esta tentativa no es casual, ni inocente; más bien, se trata de una apuesta medida, planificada y cargada de intencionalidad: el objetivo es diluir hasta hacer invisible (otra vez) o enmudecer el discurso de la violencia sobre las mujeres.

Por ello, si las convocatorias de los años precedentes fueron relevantes, simbólicas y necesarias, la de 2019 exige una movilización imprescindible; no sólo porque las reivindicaciones tradicionales no han perdido vigencia, sino porque la irrupción de determinadas fuerzas de la derecha ideológica amenazan un buena parte de los avances conseguidos no sin esfuerzo. Las razones que sostienen la convocatoria del 8M son conocidas y se despliegan en un abanico de reivindicaciones que pasan, entre otras, por la necesidad de avanzar en la educación en valores de igualdad, por subvertir un modelo de división sexual del trabajo y sus consecuencias (feminización y precarización de sectores, brecha salarial, techo de cristal etc.), por la superación de la atribución sistemática de las labores de los cuidados a la mujer, por la democratización del acceso a los bienes de consumo, por la ocupación femenina del espacio público y, con mayor gravedad, por la exigencia moral de cualquier sociedad civilizada de combatir la lacra del feminicidio y la mercantilización del cuerpo de las mujeres. Nos queremos iguales, libres y vivas.

Feminidad, pobreza y precariedad se siguen asociando indisolublemente. Los avances en materia de igualdad se perfilan en varias velocidades en función de una pluralidad de factores (económicos, políticos, y también demográficos, desigualdad rural-urbana…); cierto que, hoy, en sociedades avanzadas como la nuestra, la igualdad formal entre mujeres y hombres es indiscutible. Sin embargo, conviene ahora asumir las consecuencias de lo que ello significa y combatir la discriminación que se presenta bajo formas de neutralidad de género o aquellas otras variantes de discriminación aparentemente más complejas, en las que a la condición de mujer se suma alguna otra forma de vulnerabilidad: exclusión social o económica, diversidad funcional, orientación o identidad sexual, o la vida en el medio rural, que presenta connotaciones propias en un país como el nuestro en que grandes espacios del territorio se caracterizan por su despoblación y envejecimiento.

Porque nuestras razones no han perdido vigencia, este 8 de marzo también será reivindicativo !!. Todavía, si cabe, más reivindicativo. No vamos a consentir ni un paso atrás para defender los derechos de las mujeres. ¡¡ Como afirma Almudena Grandes, “en democracia, las mujeres españolas nunca nos hemos jugado tanto como ahora”.

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