Desde la aparición del MeToo y las manifestaciones esplendorosas del 8 de marzo pasado, el patriarcado empezó a asustarse seriamente de lo que estaba pasando. “Las denuncias por acoso sexual se están convirtiendo en un tsunami que está sacudiendo los cimientos de la sociedad patriarcal en la que llevamos siglos instalados”, escribí entonces. “El acoso en el que viven, y han vivido las mujeres, desde que el mundo es mundo, empieza a estar globalmente cuestionado. La distribución desigual del poder entre hombres y mujeres esta siendo atacada desde las entrañas”.
Se está produciendo lo que desde el feminismo se denomina “revancha patriarcal”. “Un partido como VOX, que no olvidemos que hasta hace nada estaba dentro del PP, y del que son cómplices todos los que no cuestionan un programa político que atenta contra derechos que creíamos inalienables, representa a la perfección esa reacción de muchos hombres, y también de algunas mujeres, contra las conquistas del feminismo”, escribe Octavio Salazar. Michael Kimmel, uno de los mayores expertos en masculinidades, sigue Octavio, “ponía en evidencia como había todo un sector de hombres literalmente enfadado con las exigencias de un nuevo pacto social en el que ya los hombres dejaríamos de ser los privilegiados y las mujeres los seres que siempre han vivido para satisfacer nuestras necesidades”. Se está rompiendo el “pacto juramentado entre varones”, en que consiste el patriarcado (Celia Amorós) y eso no pueden permitirlo.
La marcha de las mujeres al día siguiente de la toma de posesión de Trump, fue un hito global que dio visibilidad a los problemas de las mujeres, que con este se iban a agravar. Siguió el MeToo y las elecciones legislativas de noviembre pasado, por las que entraron en la Cámara de representantes más mujeres que nunca en la historia de EEUU.
Pronto, empezaron las reacciones del patriarcado en peligro ante las denuncias por acoso que se producía en todo el mundo (Francia, Reino Unido, España) y empezaron, llamándonos, unos, “puritanas”, otros, “feminazis” y demás “lindezas”. “Con excesos y defectos la transición hacia la igualdad y la liberación de la mujer zarandea al hombre cómodamente instalado en la supremacía y los privilegios, enraizados desde siempre, heredados de generación en generación, con la bendición de las religiones monoteístas: cristianismo, judaísmo e islamismo” ( Juan Jesús Aznarez). “La esclava del señor”, se reza.
Después del 8 de marzo, llegó la sentencia de “La Manada” y la ira de las mujeres estalló; pasamos al solo, “si es si” y el pánico los estaba atenazando, hasta que el patriarcado empezó a reaccionar, de diferentes maneras. “Vox puede ser el enfado de los hombres frente a la ira de las mujeres”, afirma Manuel Arias Maldonado, de ahí su lucha encarnizada contra la violencia machista, símbolo de la mayor violencia que sufren las mujeres solo por el hecho de serlo. Las otras dos derechas callan: Ciudadanos a lo suyo, que es enfrentar a España con Cataluña, como los independentistas, y el PP, disimulando, propone volver a la ley del aborto de 1985 que, en su día, recurrieron al TC, y, por si faltara algo, se suma al rearme el Papa, con eso de que “todo feminismo acaba convirtiéndose en machismo “y suma y sigue.
Tienen un obstáculo, y es que este 8M vamos a volver a demostrar que la indignación de las mujeres no se doblega, por mucho que se rearmen. Queremos ser iguales para ser libres y acabaremos con el patriarcado que nos lo impide.