La calidad de vida más alta en España se reparte entre las grandes polis de Madrid y Barcelona. Sin embargo, depende a la dimensión que se analice, Ibiza y Toledo adelantan hasta los primeros puestos. La población española se ha multiplicado por 2,4 desde 1900, ha crecido. Pero los flujos poblacionales han cambiado: el 70% de los municipios han perdido residentes. En estos 119 años, el éxodo rural ha sido constante.
La gente del pueblo ha migrado a la ciudad, que ha pasado de suponer el 50% de la población al 87%. El 13% restante sigue en entornos rurales, apartados, más tranquilos. Por otra parte, un tercio de los residentes en España habita alguna de las 52 capitales de provincia, que han multiplicado por casi 5 veces su población desde entonces.
El proceso de concentración ha formado grandes urbes, con sus efectos positivos en aspectos como el trabajo, la capacidad de innovación, la productividad y la atracción del capital humano altamente cualificado. La renta anual de los hogares, el empleo y otras variables vinculadas a la empresa, como las patentes o el registro de marcas y diseños, crecen y crecen en las urbes. Más incluso que su propia población. Las áreas más grandes son, inevitablemente, las que triunfan en estos campos.
Madrid y Barcelona capitanean el ranking. La capital y la ciudad condal destacan en capacidad innovadora y en nivel socioeconómico, condiciones de vida urbana y salud. Sin embargo, destacan casos que registran mejores resultados en algunas variables e indicadores -pese a ser menos pobladas-. Ibiza, San Sebastian o Girona. O ciudades intermedio como Toledo o Guadalajara, donde la salud tiene picos altos.
Desde luego, que la ciudad brinda x oportunidades es un hecho. Pero es curioso ver cómo varía de unas ciudades a otras. Quizá sea algo a tener en cuenta a la hora de pensar dónde buscar trabajo, dónde establecerse tras la jubilación… O quizá dentro de otro siglo la sociedad haya extrapolado todas esas posibilidades más allá, a los pueblos. El tiempo lo dirá…