La Audiencia provincial de Madrid ha condenado a los agresores sexuales de la conocida Manada de Villalba a 14 y 15 años de cárcel. Bajo la amenaza de que no saldría del piso adonde la habían llevado si se negaba a ello, Ricardo A.M., Martín A.F. y Miguel Ángel C.O. obligaron a la joven a practicarles una felación. La sentencia, además, establece que tras salir de prisión, los condenados cumplirán siete años de libertad vigilada.

Según el Tribunal, Martín no solo la obligó a aquello, sino que también “ejerció violencia al empujar a la víctima contra el mueble del baño”. La joven aseguró literalmente que “la empotró, antes de tocarla por todo el cuerpo e intentar quitarle el tampón que llevaba para acceder vaginalmente”. Además, el agresor despreció a la víctima “cuando le obligó de malas maneras a limpiar el semen que se había caído al suelo, a lo que accedió ella ante la situación intimidatoria que estaba viviendo”.

El testimonio de la víctima ha sido validado por las tres magistradas de la sala en el juicio oral. La agresión, según han señalado, provocó un ambiente de intimidación cuando los enjuiciados llevaron al piso a la chica y “de manera premeditada, la situaron en uno de los dormitorios”. La resolución dicta que el único propósito era “satisfacer sus deseos, fuera con el consentimiento de ella o sin él”.

La sentencia de las magistradas indica que el efecto intimidatorio se puede producir “por la presencia o concurrencia de varias personas, distintas del que consuma materialmente la agresión, ya que la presencia del grupo puede producir en la persona agredida un estado de intimidación ambiental a la vez que provocar un efecto de reforzamiento psicológico de quien se ve rodeado de otras personas que lo anima".

La víctima, según el Tribunal, se sintió acorralada por los tres individuos, tres hombres corpulentos y mayores de edad, en un sitio cerrado en el que se vio obligada a actuar ante el temor de que le pudiera pasar algo. La joven solo conocía a Ricardo, quien le obligó a practicarle una felación para dejarle salir de la vivienda, una “situación de angustia, miedo, vulnerabilidad e indefensión” según las magistradas.

A la agresión sexual denunciada por la joven le siguió un cuadro de estrés postraumático, en el que necesitó más de quince sesiones terapéuticas antes de recibir el alta médica. Una psicóloga del Centro de Atención Integral a Mujeres Víctimas de Violencia Sexual (CIMASCAM) lo constató y rechazó la versión sostenida por los tres acusados, que defendían que lo ocurrido fue a propuesta de la víctima.