Traidor, okupa, felón, cobarde, ridículo, incapaz, desleal, irresponsable, rehén, mentiroso, ególatra, mediocre, incompetente o ilegítimo son solo algunos de los calificativos que ha recibido el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, del líder de la oposición, Pablo Casado. Por todo ello, el tripartito de derechas ha llamado a los ciudadanos a acudir a la Plaza de Colón de Madrid este domingo para "salvar España", lo que recuerda a tiempos predemocráticos de hace más de cuatro décadas.
En un intento a la desesperada por tapar la semana negra del Partido Popular, Pablo Casado ha recrudecido su estrategia volviendo a rememorar la propaganda más nociva, la del insulto fácil y contagioso, con un leitmotiv que parece calar entre los acólitos de la derecha sin memoria: “Sánchez traidor”.
El líder del PP se atreve a señalar que “la agenda que estamos viendo en Cataluña es la agenda de ETA, es decir, la agenda del nacionalismo que se alía con la izquierda acomplejada y apaciguada”. Por ello, pide un 155 “más duro” y, “si Sánchez no rectifica tendremos que llamar a los españoles a la calle, es la única fórmula que nos queda para que un presidente del Gobierno mentiroso y felón actúe en beneficio del mandado constitucional con el que juró su cargo”.
La “traición” del jefe del Ejecutivo, algo “imperdonable” y por lo que los españoles le quieren “fuera de La Moncloa” a su juicio, es algo que pudo replicar su antecesor, Mariano Rajoy, al enviar un relator o emisario, como se quiera llamar, a Cataluña pocas horas antes de la consulta del 9-N del 2014. Pablo Casado parece no haber oído nunca el nombre de Pedro Arriola, el sociólogo de cabecera de su partido en las conversaciones que durante meses mantuvo con Joan Rigol, histórico dirigente de Unió Democràtica y responsable del Pacte Nacional pel Dret a Decidir, con el que hablaba en nombre de Mas.
Ante la “reunificación de la izquierda”, tras la espinita de Andalucía, el dirigente popular ha comenzado su intento de romper el partido instalado en La Moncloa desde dentro, intentando remover conciencias entre los barones socialistas: “Me gustaría que el PSOE sensato pusiera pie en pared, como hizo en el Comité Federal que depuso a su secretario general”.
Pide, además, “respeto al señor Aznar, que es víctima de ETA, no es un presidente del Gobierno que negociara con ellos como hizo Zapatero”, eludiendo hablar de los casos de corrupción de su propio partido que se acumulan en los tribunales: “Yo no puedo pedir disculpas de lo que ni he protagonizado, ni he vivido, ni sé si ha pasado y ni siquiera un juez ha fallado todavía”.
El tripartito aspira a colonizar Madrid
La sombra de la moción de censura sobrevuela sobre cada una de las declaraciones del popular desde hace semanas: “Es tan grave que no descartamos nada, porque estamos ante una actuación de felonía, de alta traición a España, no se ha visto desde el 23-F”.
Unas palabras que no recoge su homólogo, Albert Rivera, quien se ha mostrado en desacuerdo con la moción de censura propuesta pese a que ha aceptado la invitación para acudir a Colón este domingo junto a su compañero de fatigas y el tercer mosquetero en discordia, Santiago Abascal, quien busca por su parte replicar a nivel nacional el tripartito andaluz, consiguiendo la foto que tanto ha evitado el líder de Ciudadanos.
Pero Casado no tiene miedo de unir fuerzas con sus análogos de derechas, ni a los sondeos “cocinados” del CIS ni a los de sus medios afines que vaticinan una catástrofe, ya que considera que “en España está surgiendo Vox y se está desplomando Podemos. Eso está produciendo que el PSOE coma votos de Podemos, que Ciudadanos los coma del PSOE y al mismo tiempo devuelve votos al PP e incluso trasfiere a Vox”.
Pablo Casado, feminista a su manera
“Si feminismo es defender y respetar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, sí, me defino como feminista”, pero en cuanto toca temas como la Ley del aborto, el popular lo tiene claro: “La cambiaría entera, la derogaría y volvería a la ley que tenía cohesión social, que es la que se aprobó con Felipe González y respetó Aznar, una ley que no había ninguna necesidad de cambiar”.
Otro de los asuntos espinosos, en cuanto a igualdad se refiere, que Casado evita tocar cada vez que le preguntan es la violencia machista, respecto a la que se mantiene firme y en la línea del ideario de Vox en esa extraña simbiosis de programas que profesan ambas formaciones en los últimos meses: “Dentro de la defensa de la legislación que hemos puesto en práctica para erradicar la violencia contra las mujeres, no aceptamos esa colectivización que dice que las mujeres son víctimas por serlo y los hombres agresores por serlo”.