Un like es, en la sociedad actual, lo que antaño hubiera sido una sonrisa, un ápice de acuerdo o un atisbo de presencia. Y parecido ocurre con el follow, el share, el report y las demás figuras que el mundo cibernético lanza; cada una, con su significado propio en un mundo en el que las cosas ocurren a través de la pantalla.
Como todo, el mundo evoluciona, cambia. Tras el nacimiento de nuevas profesiones como Community Manager, influencer o youtuber, más tarde llegó la regulación jurídica de los acontecimientos cibernéticos. Rechazadas también las fake news de manera indiscriminada en el ámbito web, ahora ocurre lo mismo en la rama de los “falsos seguidores de redes sociales” y el resto de sus compañeros.
Laetitia James, fiscal general del Estado de Nueva York, ha sentenciado en contra de Demuvi, una compañía que se dedicaba a crear, mediante ‘bots’, perfiles falsos en redes sociales para mejorar las estadísticas de personajes famosos. Estas prácticas, a su parecer, son un “fraude en línea”.
Ayer, en su fallo, James advertía que su oficina perseguirá la venta de falsos followers en RRSS, y lo mismo respecto a los like o a las visualizaciones. La fiscal de la gran manzana denuncia la extensión del uso de ‘bots’ en redes como Twitter o Youtube, que haciéndose pasar por usuarios reales y simulando su comportamiento, “a menudo roban identidades de personas reales para llevar a cabo fraudes”.
El fallo de la fiscalía de Nueva York proviene de la investigación contra Demuvi, una compañía local ya desaparecida que se especializó en la venta de estos servicios a artistas, políticos, empresarios y deportistas. Querían en sus perfiles de las redes sociales ver cómo aumentaba su visibilidad sin meritocracia de por medio, solo dinero.
Demuvi alteraba las estadísticas en redes como Twitter, Youtube, LinkedIn, SoundCloud y Pinterest. Creaba perfiles falsos cuyas “opiniones” eran gestionadas por ‘bots’ o personas individuales, denominadas ‘titiriteros’.
En ocasiones, Damuvi hasta robó y utilizó fotografías o nombres de cuentas reales sin consentimiento previo de sus dueños. Además, Damuvi cometió la ilegalidad de vender a empresas publicitarias en canales de influencers, sin advertir de que el contenido era patrocinado.
James achaca la sensibilidad de estas prácticas por parte de Damuvi a la influencia de estas plataformas sociales en las personas. La empresa implicada “engañó e intentó afectar la toma de decisiones de las audiencias de las redes sociales”, ha añadido la fiscal.
La fiscalía de Nueva York ha multado con 50.000 dólares a German Callas, el CEO de Damuvi. La multa, según la CNN, solamente cubre el coste de la investigación. La empresa, sin embargo, se estima que recaudó unos 15 millones de dólares con la venta de estas cuentas falsas.
Que el poder lo tenga la influencia en las redes sociales no solo es algo que pilla de nuevas a la legalidad, sino que también empieza a relacionarse con la interacción entre los diferentes individuos de la sociedad, que encuentran en Internet la Opinión Pública que dictan las estadísticas que, tal y como señala James, no han de viciarse.