Poco ha durado esa imagen para dar paso a otra más real. La de unos universitarios que actuaban en el Congreso como si estuvieran en una asamblea de facultad o en las plazas ciudadanas. Es en esa vertiente de inmadurez política donde hay que situar la progresiva descomposición de un partido que pronto dejó de ser la esperanza de la izquierda para convertirse en una formación con mucha democracia externa y muy poca interna. Mientras en las asambleas se debatía todo lo que le interesaba a Pablo Iglesias -incluida su inversión inmobiliaria-.Con unas bases todavía deslumbradas por el sol de mayo, Iglesias iba adornando su melena con una luz áurea más propia de un caudillo neoleninista que de un líder democrático capaz de llevar al poder a la nueva izquierda apoyándose en la vieja.

Esa estructura interna asfixiante, con una cúpula cerrada más propia de una democracia directa, fue erosionando las relaciones no solo con Iñigo Errejón sino también con otros miembros fundadores del partido y sobre todo con unos votantes que veían como mas que una unión al estilo Suecia, la actitud de la formación Unidos Podemos fracasaba en Andalucía y todo apunta a que también fracasará el 26 de mayo.

En esa fusión de IzquierdaUnida con Podemos, apoyada por Alberto Garzón y Pablo Iglesias está la base del encontronazo entre los otrora inseparables amigos. Errejón fue el primer detractor de la fusión y tenía razón. La unión de los dos partidos no consiguió sumar votos sino restarlos. Además, para satisfacción de Iglesias, Podemos fagocitó a Izquierda Unida hasta hacer desaparecer unas siglas que representaban, junto al PSOE, la esperanza de muchos votantes para frenar la prevista escalada de la derecha y la unión de los mismos perros con distintos collares.

No deja de ser una sospechosa coincidencia que mientras el Partido Popular oculta sus graves problemas para justificar su unión con Ciudadanos y VOX celebrando un Congreso en el que se nota la mano ideológica de José María Aznar, principal avalista de Pablo Casado se consume la ruptura de Podemos, la interna tras la decisión de Errejón de encabezar la lista de Mas Madrid a la Comunidad y la externa con la decisión de Izquierda Unida de no concurrir en una lista común con Podemos. La defección de los votantes de izquierdas y de todos aquellos a quienes les repugna dar el poder a esta derecha contaminada, será la consecuencia más notable.

Esta es la verdadera razón de la huida hacia delante de Errejón para arrojarse en los brazos políticos de Manuela Carmena. Encabezar unas listas en las que no lograrían escaño las personas de su confianza y con la probabilidad cierta de ser la cuarta fuerza política tras PSOE, PP y Ciudadanos aceleraron la ruptura. Seguir en Podemos iba a ser su tumba política. Irse a Más Madrid salva su culo aunque signifique quemar el de Pedro Sánchez. En ese sentido, Errejón ha hecho como Iglesias. Ha pensado en su carrera sin importarle dejar todo el pastel a la derecha española, manejada por Jose María Aznar, el hombre que metió a España en el basurero de la Historia