Las dos derechas constitucionales han abierto las puertas de las instituciones a la extrema derecha que dará los votos de sus 12 diputados al candidato popular Juanma Moreno para convertirlo en presidente andaluz. En este pacto de la vergüenza se le concede al partido de Santiago Abascal liquidar la ley de memoria histórica, reducir a la mínima expresión Canal Sur, endurecer la política de inmigración, apoyar una ley de la tauromaquia, crear una consejería de familia o potenciar los centros educativos que disgregan por sexos a sus alumnos. En el acuerdo, los populares han dejado para más adelante las peticiones de Vox de acabar también con leyes como la de violencia de género o la de no discriminación a las personas LGTBI, pero habrá que ver qué sucede a lo largo de esta legislatura en la que la ultra derecha tendrá mucho que decir y tanto PP como Ciudadanos han demostrado estar dispuestos a pasar por todo con tal de gobernar Andalucía.
Este tripartido supone el suicidio político para el PP y Cs que quedan divididos y avergonzados frente a Europa
La teatralización de las derechas en Andalucía terminó este miércoles como se preveía, con un pacto del Partido Popular y de Ciudadanos con la ultra derecha de Santiago Abascal. No por esperado ha dejado de consternar a todos los grupos políticos españoles sin excepción y a sus dirigentes europeos y ha supuesto un suicidio político dentro de los sectores más sensatos de dichos partidos de la derecha. Algunos dirigentes populares como la presidenta del Congreso, Ana Pastor o el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijoó o Alfonso Alonso, han afirmado estos días que no están dispuestos a plantearse ni una sola cesión en la lucha contra la violencia machista o en la protección a las mujeres, así como en las perorartas ultras de salir de Europa o suprimer la financiaciñon de las Autonomías entre otros retrocesos exigidos por la extrema derecha, a la que estos partidos, con más ansia que vergüenza, y nula visión o compromiso de Estado. Así, se ve al PP muy dividido y al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, escondido sin dar la cara.
Los tres partidos conservadores han unido sus votos para hacer presidente de la Junta de Andalucía al popular Juanma Moreno, que quedó segundo en las elecciones autonómicas del pasado 2 de diciembre a casi 400.000 votos de la primera fuerza política, el Psoe de Susana Díaz. Lo que para el PP antes denunciaba como pactos de perdedores, ahora lo llaman "gobierno del cambio". Un cambio que llega a Andalucía que cambiará la historia de la Democracia española al abrir la puerta, por primera vez, a la ultraderecha franquista que con sus 12 diputados ha impuesto, y conseguido, que el nuevo Gobierno acepte algunas de sus propuestas como la eliminación de la ley de memoria histórica o el endurecimiento de las leyes de inmigración.
Tras la elección de la mesa del parlamento andaluz en la que PP, Ciudadanos y Vox se repartieron los puestos para conseguir una amplia mayoría de este órgano, los líderes nacionales de los tres partidos comenzaron sus encuentros, que tuvieron un alto componente teatral, para firmar un acuerdo que estaba cantado desde el principio. Los dos líderes jóvenes, ambiciosos e inexpertos, de ambas derechas, Casado y Rivera, han desoído las instruciones y consejos que les venían de Europa y de cierto sector más demócrata y sensato de sus propios partidos, y han claudicado en pro de un ansia y una prisa por llegar a gobernar Andalucía a cualquier precio. Algo inédito hasta ahora, en España y en Europa, donde al contrario, los Estados hacen ímprobos esfuerzos por contener el avance de la extrema derecha.
PP y Ciudadanos llegaron a un acuerdo programático de 90 puntos que recoge las líneas fundamentales del próximo gobierno de Andalucía que estará presidido por Moreno y cuyo vicepresidente será el líder de Ciudadanos, Juan Marín. Entre las medidas más destacadas se incluye la modificación del Estatuto de autonomía para eliminar los aforamientos de los políticos de la región, reducción de altos cargos o realizar una "auditoría externa". Hasta aquí todo más o menos normal, pero a las dos derechas no les llegaba y necesitan imprescindiblemente los votos de la ultra derecha. Ciudadanos siempre ha ejercido el papel de "bueno", el que firma pero no a la luz de la prensa sino por la puerta de atrás y no aparece y ha huido de hacerse una foto con el partido de Santiago Abascal. La hipocresía del partido de Rivera ha consistido en aceptar los votos de la ultra derecha, pero sin salir en la la foto. Por eso siempre se han negado a sentarse, con luz y taquígrafos,m con el partido que lidera en Andalucía el polémico juez Francisco Serrano. Venían a regenerar la política y han demostrado un oscurantismo sin precedentes.
En cambio, el flamante líder joven y ambicioso por encima de todo, del PP, Pablo Casado ha demostrado que no tiene ningún ningún complejo de sentarse a negociar lo que haga falta con la ultra derecha . En la tarde del martes, la ultra derecha puso sobre la mesa una serie de condiciones expresadas en 19 puntos que hicieron temblar a los dirigentes de todas las formaciones políticas españolas. Entre sus peticiones se encontraban la derogación de la ley integral contra la violencia de género, de la ley de no discriminación de las personas LGTBI, de la ley de promoción de la igualdad de género, expulsar a más de 50.000 inmigrantes, pedir la devolución de las competencias en sanidad o educación al Estado... incluso cambiar la fiesta del Día de Andalucía del 28 de febrero al 2 de enero para conmemorar la rendición de Granada.Estas exigencias han quedado plasmadas, algunas de ellas en el pacto y otras en una nebulosa para ir aplicando según avance la legislatura y necesiten los votos ultras, se temen el resto de partidos.
Muchos dirigentes populares, algunos de ellos de mucho peso como el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijoó, se lanzaron en tromba a decir que hasta aquí habían llegado y que no se podían dejar "arrastrar" de ese modo. El presidente gallego hizo declaraciones afirmando lo que algunos dirigentes nacionales empezaban a dudar que "la violencia machista existe" y que hay que luchar contra ella con contundencia. De la misma manera, desde el Congreso de los Diputados, la presidenta Ana Pastor declaraba que estaba en contra del "uso político" de la violencia contra las mujeres. Y algunos barones del PP como Alfonso Alonso comenzaban a dudar del cariz que estaban tomando las cosas. Tal revuelo se formó que la viceconsejera de Comunicación del PP, Isabel Díaz Ayuso, tuvo que salir a calmar a todos para avisarles públicamente que no podían estar comentando en tiempo real una negociación que aún no había acabado.
Ya en la mañana del miércoles, el PP se volvía a reunir con los dirigentes del partido ultra derechista de Abascal para presentarles un documento con 40 medidas con el que trabajar. En dicho documento, que confirma el claro giro a la derecha radical que ha tomado el Partido Popular, se incluían propuestas menos radicales que las propuestas de Vox y algunas otras más "suavizadas". Finalmente, los negociadores de ambas formaciones hicieron públicos los 37 puntos en los que se pusieron de acuerdo para que los doce diputados de Vox voten a favor de la investidura de Juanma Moreno.
Entre los puntos acordados destacan algunos que incluyen medidas con un alto componente ideológico como en educación donde abogarán por la libre elección de los padres del centro escolar eliminando las zonas educativas y potenciando la educación concertada, así como aquella que incluye la segregación por sexos de los alumnos.
Se aprobó crear una consejería de familia, con una apuesta por la natalidad y por las familias numerosas y, en definitiva, lo que consideran desde la extrema derecha como la "familia tipo".
También se incluyó poner en marcha un sistema de atención a mujeres con embarazos no deseados para poner freno así al aborto.
En cuanto a la inmigración, Vox ha conseguido que el nuevo Gobierno se comprometa a endurecer las leyes migratorias y evitar decisiones que supongan un "efecto llamada".
También han arrancado el compromiso de aprobar una ley de apoyo a la tauromaquia y promover expresiones populares y culturales como el flamenco o religiosas como la Semana Santa.
Partido Popular y Ciudadanos consiguen así llegar al Palacio de San Telmo y desalojar al Psoe del poder. El precio a pagar ha sido alto ya que entran de la mano de la extrema derecha que en el resto de países europeos está siendo aislada por el resto de fuerzas políticas. En Andalucía, sin embargo, han conseguido que con sus 12 diputados el próximo gobierno regional asuma gran parte de sus demandas y de su peligrosa ideología.