De Sarajevo a Moncloa, pasando por la traición de los suyos, la vuelta triunfal a Ferraz y el triple salto mortal a la Presidencia del Gobierno. Siete meses aplicando medidas que han traído a los españoles más bienestar social e igualdad que en los últimos diez años. Ese es Pedro Sánchez Castejón el joven funcionario del Alto Comisionado que salió airoso de una mesa negociadora con los mayores criminales de guerra y que actualmente está siendo amenazado por el independentismo catalán con reventarle a la cara los disturbios y delirios hacia una mal llamada "vía eslovena". Su política del Ibuprofeno, como dice el ministro Borrell, está a punto de pasar a la acción quirúrgica de mayor envergadura. El 21 de diciembre su Mesa de Ministras y Ministros dejará huella en Cataluña. Entonces sabremos cómo sale de nuevo de la pinza, esta vez, entre los radicales independentistas y la derecha y extrema derecha.
El actual presidente del Gobierno, allá por 1997 sentó su "culo de hierro" en Sarajevo para cumplir el mandato de apaciguar a una oleada de criminales de guerra y hacer realidad los acuerdos de paz firmados dos años antes. Su jefe de misión, el alto comisionado Carlos Westendorp definió así al joven Pedro Sánchez: "culo de hierro en las negociaciones, sentarse y aguantar todo lo que se pueda hasta conseguir los objetivos". Y lo consiguió. En pleno corazón de las tinieblas, con cientos de miles de muertos sobre la mesa, a cara de perro con el criminal Krajisnik, "Bronce", como así apodaban al funcionario Sánchez, consiguió el consenso. Primer hito en su carrera
Así que esta semana, cuando el presidente de la Generalitat, Quim Torra, que se asemeja más a un boxeador sonado que a un político profesional, a tenor de las marrullerías que dice por aquí y por allá, le amenazó con la "vía eslovena" que supuso diez días de disturbios bélicos y 74 muertos, el presidente Sánchez sabía bien a lo que se refería. Como también sabe que cuando tiene ante sí una encrucijada de intereses más bastardos que políticos, movidos más por ansia de poder que por responsabilidad de Estado, la salida siempre está en sentarse, negociar, conceder, exigir, respetar, y sobre todo, hacer cumplir la ley. Con Policía o con Mossos, con artículo 155 o sin él, la ley está por encima de todos los españoles.
La terapia del Ibuprofeno para rebajar la tensión ya no es suficiente, como bien señala uno de sus bastiones fuertes en el gobierno, el ministro de Exteriores y azote de independentistas, Josep Borrell. Captar y hacer suya la condición humana del contrincante es una de las cualidades de un buen negociador, y fue lo que le salvó en Bosnia y veinte años después le volvió a funcionar para regresar a Ferraz. Ese olfato de alta política negociadora que, de entre nuestros presidentes solo tuvo Felipe González y sus partners de la generación de los Constituyentes y la Transición del 78 (Carrillo, Súarez, Roca, Peces Barba, Solé Tura, entre otros). Ese atributo que los nuevos y emergentes dirigentes de formaciones de la derecha, de la extrema derecha y del independentismo, ni tienen ni se les espera. Quizá a Iglesias Turrión, en unos años, si se le baja un poco el ego y alcanza cierta madurez, puede que tenga madera de líder negociador. Aunque apunta maneras todavía no está listo.
La resolución del conflicto territorial con Cataluña, en estos momentos, depende más de la condición humana de sus protagonistas que de la propia dificultad, en sí, del camino a recorrer para entenderse. Sería mucho menos difícil y más eficaz, si no hubiera que negociar con dos paracaidistas de la política como son Carles Puigdemont, Joaquim Torra y sus aledaños, a cual más noqueado. Hubiera sido infinitamente menos complicado llegar a acuerdos con Miquel Roca, o Durán i Lleida, incluso con Artur Más, Junqueras, o Jordi Vila. Hombres de Estado, los dos primeros, e inteligentes negociadores los otros tres. Lamentablemente sucedidos por satélites oportunistas de la nueva regeneración democrática o de este independentismo mentiroso que les lleva hacia ningún lugar.
Por eso, deberíamos poner más el foco en la negociación discreta de la vicepresidenta Carmen Calvo con Elsa Artadi e incluso en los contactos con Carles Campuzano. Y también en los esfuerzos de Iglesias y los comunes, con sus compañeros catalanes para traerles al sosiego y a la concordia. Mucho más confiables, desde luego, que las pomposas declaraciones de ese par de locos y sus acólitos fanatizados, (Torra y Puigdemont) de las que la prensa nacional, aburguesada y esclerótica, se hace eco todos los días con el objetivo de "derrocar a este gobierno" sin pararse a pensar ni por un segundo, si sus medidas sociales son buenas o no para el conjunto de la ciudadanía. Que es de lo que se trata. Sin pararse a pensar, ni por un momento, que derrocar a este gobierno nos lleva a la irremisible e inmediata consecuencia de que vuelva a ser la derecha ultracapitalista de los recortes sociales, la crisis, la austeridad salvaje y además, ahora, acompañada de la ultraderecha que niega derechos a los gays, el amparo a las mujeres maltratadas, la acogida a los inmigrantes que necesitamos para que nos traigan juventud al país y paguen nuestras pensiones del mañana. Y un montón de retrocesos que espeluznan.
Nunca, en las últimas décadas, habíamos encontrado una cobertura mediática mas oportunista y alejada de los intereses de la ciudadanía. Se presupone que a los españoles nos interesa más conocer y disfrutar de las medidas de un gobierno con conciencia social, que adopta y pone en marcha leyes y decretos para facilitarnos la vida a todos. Salvo muy honrosas y escasas excepciones, los grandes medios españoles se mueven, en lo que a narrativa política se refiere, en la tibieza endogámica de un discurso que sólo les lleva a salvaguardar sus intereses económicos. Sin importarles si para ello tienen que torcer la realidad, la verdad y hasta las palabras de quienes no coinciden con sus intereses espúreos. Esto se llama ahora, Fakenews.
De modo que para esa prensa ciega y sorda, importa más torcer el sentido de las palabras y encontrar contradicciones de infinitésimo matiz semántico en las declaraciones, por ejemplo, del ministro de Fomento Jose Luis Ábalos, o del de Exteriores, Josep Borrell o quien quiera que sea, que transmitir con nitidez y alegría el mensaje cuando hay buenas noticias para el conjunto de los españoles que están saliendo ahora de tan dura crisis de recortes laborales y sociales y de la devastadora austeridad . Por ejemplo, se tapan constantemente las noticias solidarias del Presupuesto a través de medidas legales y hechos consumados: subidas del salario mínimo interprofesional a 900 euros, mayor cobertura para parados mayores de larga duración, mejores condiciones a autónomos, mas becas, menos tasas universitarias, mayor pensión para jubilados, viudas, más asistencia a dependientes, sanidad gratuita de calidad y universal para todos, mejoras en las comunicaciones y transporte público, un super plan para acabar con la pobreza infantil, un plan multimillonario de 2.000 millones para Empleo Juvenil (que somos la vergüenza de Europa), subidas salariales y mejoras laborales, promoción de la Cultura y bajada del IVA, el auge y la mejora de las relaciones internacionales del Gobierno de España con Europa y el mundo. Entre otras.
Todos estos asaltos a la verdad, están enmarcados en el intento permanente de acosar al actual presidente Sánchez y a sus diecisiete ministerios. Pero siempre fallan. Les fallaron todas las previsiones en la cobertura mediática, vaga, sorda y ciega, que daba la razón al acoso y derribo de los suyos en 2015. Les fallaron los malos augurios electorales y sobre todo, les dejó muy noqueados y llenos de rencor al presidente Sánchez, la moción de censura victoriosa. Y así vamos.
De modo que, más de veinte años después de aquel episodio de Sarajevo, y con el doble de edad, 45 años, hemos visto este miércoles a un Sánchez seguro de si mismo, en el Congreso de los Diputados, despejando los balones de sus compañeros independentistas y de sus contrincantes de la derecha, la más derecha y la ultraderecha. Pablo Casado y Albert Rivera, los gemeliers, llamados así por la competencia entre ambos sobre quien dice la boutade más grande, se pueden ir preparando a que "culo de hierro" seguirá aguantando para buscar la negociación pertinente y también las medidas tajantes contra los que se salten la Constitución, soluciones a este país que parece que se lo hubiera llevado el diablo tras la corrupción continuada y permanente del PP desde la boda de la hija de Aznar hasta hoy.
El escenario político que nos encontramos viene como consecuencia del anterior Gobierno de Mariano Rajoy que había manchado de corrupción todas las instituciones y había copado las instancias judiciales con más de trescientos cargos políticos juzgados y condenados en su mayoría y con el insoportable handicap de tener encarcelados a un vicepresidente, Rato, a un tesorero, Bárcenas, a un ex presidente autonómico, González, a un vicepresidente y SG autonómico, Granados, a varios consejeros de la comunidad de Madrid y y de Valencia, Camp, Costa,Barberá, Rambla, entre otros muchos y a más de una docena de alcaldes y multitud de otros cargos de diferente rango.
En ese panorama de las tinieblas de la corrupción de la derecha española, acompañada de su prensa palmera, del declive de todo el gran Aparato socialista y sus grandes dirigentes, emergió alguien que les parecía inocuo. Un señorito de Madrid. Un joven Secretario General socialista que había había salido del Comité Federal, traicionado por los suyos, por la puerta pequeña, el 1 octubre de 2016 y entrado, aupado por las bases militantes, por la puerta grande, el 22 mayo de 2017, y se había hecho con las riendas de un Partido Socialista Obrero Español fiel a sus principios de socialdemocracia y alternativa a la derecha.Que se negó a doblar el lomo y dijo al Partido Popular y su corrupción #NoEsNo y recuperó el orgullo de los principios del fundador, hace ya casi 140 años. Los barones, baronesas, oficiales y caballeros de su propia formación política, todos contra él, fueron derrocadas por la tropa, la militancia en pleno, que es, al fin y a la postre, dijo Sánchez "la dueña y soberana del partido". A partir de ese momento, Sánchez se conjuró para siempre escuchar "la voz de la militancia" y en ello radica gran parte del poder que ha ido adquiriendo.
* "Culo de hierro en las negociaciones, sentarse y aguantar todo lo que se pueda hasta conseguir los objetivos" . Veremos el próximo 21 de diciembre cómo sale de esta, por enésima vez, este Presidente hecho con mimbres de Bronce.