La presidenta de la Delegación Socialista Española en el Parlamento Europeo avisa del peligro real que supone la extrema derecha en Europa, tras el auge que tienen estos partidos en Suecia, Hungria, Polenia, Italina o Alemania. No en vano desde el propio Parlamento Europeo se aprobó hace poco más de un mes una resolución en la que se advierte de la amenaza del fascismo.
¿Cree que recuperar políticas de corte social frente a la austeridad podría revertir el auge de la extrema derecha?
Estoy convencida de que esa sería parte de la solución. Los ciudadanos y ciudadanas queremos volver a identificarnos con una Unión Europea que sea sinónimo de protección y mejora de nuestras condiciones de vida, de una política pegada a la realidad que aporte soluciones a nuestros problemas. Esa es la Europa que queremos. Durante los años de la crisis, las noticias que llegaban de Europa hablaban de austeridad, recortes y sacrificios para las personas más desfavorecidas. Los socialistas dimos la batalla y conseguimos flexibilizar el Pacto de Estabilidad e impulsar una política expansiva que aliviara la situación de quienes de forma injusta padecían las consecuencias de una crisis que no habían provocado.
En esta legislatura, que comenzó en 2014, los socialistas hemos impulsado el Pilar Social de la Unión Europea, un modelo alternativo, orientado hacia el crecimiento sostenible, el empleo de calidad y la justicia social. Hemos conseguido que el Parlamento, la Comisión y el Consejo se comprometan con él. Y ahora trabajamos para dotarlo de contenido tangible, que alcance a los y las ciudadanas. Un ejemplo: la semana pasada sacamos adelante, el primer hito, una normativa sobre condiciones de trabajo decentes y predecibles que acaben con la precariedad laboral. Eso es Europa. Ese tipo de medidas son las que pueden hacer que la ciudadanía se vuelva a identificar con este proyecto que ha traído paz y prosperidad a nuestro continente durante 60 años, y no volver a caer en los errores del pasado.
¿Qué opinión le merece el pulso del Gobierno italiano a la UE y cuál cree que será la respuesta de Europa?
Me gustaría pensar que se impondrá la cordura. Italia es uno de los países más importantes de la Unión Europea y uno de sus miembros fundadores. Parece que se nos olvida, pero deberíamos recordar más a menudo, por qué se puso en pie el proyecto europeo, de dónde venía Italia en aquel momento, tras una dictadura y una guerra, y cómo una serie de políticos, con visión de Estado, trabajaron para unir países, y no para separarlos.
Ese es el camino que hemos seguido desde entonces, no sin dificultades, pero siempre hacia adelante. Este tipo de apuestas, como la del Gobierno de Italia, suponen jugar con fuego, pero todavía hay margen para el análisis, la negociación y el acercamiento de posiciones. Y eso es lo que espero y deseo que ocurra.
Merkel, y también nuestro Ministro de Asuntos Exteriores, coinciden en la necesidad de crear un ejército europeo. ¿El objetivo último es el de establecer políticas de defensa propias al margen de EEUU y de la OTAN?
La OTAN es la pieza fundamental de nuestra política de defensa, y nadie está pensando en actuar al margen de ella. Otra cuestión es que los países de la UE aborden un debate en profundidad hacia una política europea de defensa y seguridad, con una cooperación reforzada entre los Estados miembros, e incluso con la creación de una fuerza armada europea que daría consistencia a esa unión política en la que trabajamos.
Hoy en día tenemos que hacer frente también a nuevos retos, como el terrorismo, los ataques cibernéticos, la integración de personas que huyen de conflictos bélicos y los problemas de seguridad vinculados al cambio climático. Son cuestiones en las que Europa debe tener una posición común, por supuesto, teniendo en cuenta que cada Estado tiene sus propios intereses y preocupaciones. Pero las fórmulas del siglo pasado ya no sirven. La Unión Europea necesita una voz propia y una autonomía estratégica, que además debe tener un mayor calado democrático, con más control y supervisión por parte del Parlamento Europeo. Pero eso no quiere decir que sea al margen de la OTAN, ni mucho menos, sino de forma complementaria.
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¿Qué valoración hace del principio de acuerdo entre UE y Reino Unido sobre el Brexit?
Creo que es el mejor acuerdo posible, y desde luego hay que reconocer el excelente trabajo de los negociadores, que han conseguido llegar a un compromiso final satisfactorio. Pero evidentemente, el Brexit es la peor noticia que ha tenido la Unión Europea en toda su historia, y nadie puede estar satisfecho por haber llegado a ese punto. En cuanto a la cuestión de Gibraltar, el Gobierno de España ha defendido los intereses de la ciudadanía, y concretamente, los de quienes viven en el Campo de Gibraltar. Lo hemos defendido, y hemos salido ganando. Es bastante patético que los partidos de la oposición no quieran reconocer lo que es evidente y reconocido tanto por el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, como por el presidente del Consejo, Donald Tusk y por expertos/as en derecho europeo.
¿Ve en el resultado electoral sueco motivos para la preocupación por un contagio de la extrema derecha en el resto de Europa?
La amenaza de la extrema derecha es un peligro real, no solo por los resultados en Suecia, sino por lo que estamos viendo en Hungría, en Polonia, en Italia, en Alemania... Prácticamente en todos los Estados miembros. Tenemos mucha preocupación por lo que está ocurriendo en nuestro entorno, y lo que no podemos hacer es negar el problema. Lo advertimos hace poco más de un mes, en una resolución del Parlamento Europeo: no podemos menospreciar la amenaza del fascismo, porque eso sería considerar que la democracia se defiende por sí misma. No es así. La democracia hay que defenderla día a día y luchar contra una cierta cultura de la impunidad, que está deteriorando nuestra convivencia.
¿Qué medidas impulsarían en primer lugar respecto a los campos de refugiados asentados en territorio europeo?
La palabra es solidaridad. Solidaridad, en primer lugar, con quienes huyen de los conflictos bélicos, la persecución y la violencia. Una vez más, un poco de perspectiva debería hacernos reflexionar sobre nuestra propia historia como refugiados. Europa tiene capacidad suficiente para afrontar este reto. Por tanto, solidaridad con los refugiados y refugiadas, pero también entre los Estados miembros de la Unión Europea. Nosotros hemos apoyado los programas de reasentamiento y reubicación que algunos Gobiernos se han encargado de incumplir y boicotear. La Unión debería poder imponer medidas sancionadoras a los países que no cumplen sus obligaciones con los derechos humanos, igual que lo hacemos con quienes incumplen las directrices económicas.
¿Puede la UE ayudar más a España en la gestión del fenómeno migratorio desde Marruecos?
Sí, por supuesto. Todos somos responsables de lo que ocurre en nuestras fronteras comunes, y no es justo que algunos miren hacia otro lado cuando por una simple cuestión geográfica no están en primera línea. Llevamos años reclamando más implicación europea, mucho antes de que arreciara la crisis de refugiados en el Mediterráneo Oriental. Y aquí quiero aclarar algo que en ocasiones se confunde. Esto es un fracaso en muchos sentidos, político, humanitario... pero precisamente, en este caso, la Unión Europea es la que está dando soluciones, y son los Estados miembros, algunos Estados, los que las están boicoteando y se están negando a colaborar. La solución a esta cuestión como a tantas otras, no es la vuelta al nacionalismo, sino el fortalecimiento de la Unión Europea.