A falta de poco más de un mes para el cierre de 2018, se puede confirmar que ha sido uno de los peores años para Facebook. La red social se desinfla en bolsa y se encuentra ante una profunda crisis de liderazgo.
La red social más conocida en todo el planeta no pasa por su mejor momento. Desde que en mayo se destapase el escándalo de la consultora británica Cambridge Analytica, el valor de Facebook ha ido decreciendo. Mark Zuckerberg pidió públicamente perdón y reconoció que no hicieron lo suficiente para proteger los datos de sus usuarios, pero esto no sirvió de mucho.
Desde entonces, la compañía ha estado siempre en el punto de mira de críticos e investigadores periodísticos. El valor de Facebook se ha visto desplomado y en consecuencia sus acciones han sufrido una importante caída. En julio, perdió una sesión de 120.000 millones de euros, la mayor caída en la historia de la Bolsa.
A esto hay que sumarle la crisis interna que está sufriendo la compañía. El abandono de los fundadores de Instagram y WhatsApp por disonancias con el equipo directivo ha dejado a Zuckerberg contra las cuerdas. Además, en los últimos días hay que sumarle la renuncia del director de negocios de WhatsApp, Neeraj Arora.
Desde dentro de la compañía ya se exigen más respuestas por parte del CEO. Incluso hay algunas voces que parece que piden su renuncia. Al ser accionista mayoritario, no puede ser obligado a irse, pero Zuckerberg y su segundo al mando, Sheryl Sandberg, cada vez están perdiendo más confianza de sus socios y esto solo agrava la situación.
Los anunciantes aún no han dejado la compañía, pero como la imagen de marca siga cayendo, Facebook se puede meter en problemas aún más graves.
Facebook no está solo en esta situación, y es que el resto de las compañías tecnológicas líderes (Amazon, Apple, Netflix y Google) también han perdido valor.
Mark Zuckerberg tiene el objetivo de voltear esta situación desde el inicio de 2019. Tiene la oportunidad todavía de olvidar los escándalos y dimisiones, y empezar a volver a recuperar la imagen y el posicionamiento en la mente de los consumidores. Las constantes caídas de sus aplicaciones, aunque en menor medida, también están suponiendo pérdida de reputación.