El diputado Gabriel Rufián ha equivocado su profesión. Si piensa que el dinero que le pagamos todos los españoles, sus impresionantes 7.700 euros al mes, que cobra en una época en la que miles de familias no tienen un trozo de pan que llevarse a la boca, son para que se luzca como "enfant terrible" provocador y maleducado profesional en el Congreso de los Diputados, está muy equivocado. Por suerte este miércoles, el ministro de Exteriores, Josep Borrell le ha parado los pies y la presidenta del Congreso le ha mandado a la calle.
Lo menos que se espera del diputado Gabriel Rufián es que trabaje para que los asalariados tengan un sueldo digno, que eche horas de despacho para presentar proyectos que mejoren la vida de los españoles. Que participe con altura técnica y política en el debate y por qué no, que haga preguntas a los dirigentes del Gobierno que ayuden a clarificar a la ciudadanía cómo se distribuyen los presupuestos y qué se hace con nuestros impuestos.
Para eso pagamos a Gabriel Rufián. En ningún caso para que pase horas mirándose al espejo y ensayando una prosa salpicada de "serrín y escoria" y luego haga la performance en el Congreso de los Diputados. Esta actuación insulta a todos los españoles por egotismo y vejación de sus funciones. No hace usted ninguna gracia. Gánese el sueldo y deje de provocar a los españoles.
Hace unas semanas, la vicepresidenta Carmen Calvo, le espetó a la popular Dolors Montserrat, que se dedica a aprenderse un argumentando de segundo de la ESO, para recitarlo de memoria desde su escaño en el hemiciclo: "Usted necesita una pareja artística [para su performance] y esa no soy yo". Para sonrojo de toda la bancada popular que, dicho sea de paso, desde que Rajoy no está al frente, ha bajado muchos puntos su calidad democrática. Bueno, pues este miércoles quien necesitaba una pareja artística era Rufián y apenas sin venir a cuento ha ido a buscarla en el experimentado ministro de Exteriores Josep Borrell.
Hoy, la escoria y el serrín de Rufián han ido dirigidos al ministro Borrell a quien ha acusado de ser "el ministro más indigno de la historia de la democracia española" "los ha habido muy indignos, ha dicho Rufián "pero usted no es un ministro, es un hooligan", ha concluido haciendo una aparatosa performance confundiendo el hemiciclo con una sala de teatro de quinta categoría.
Desde estas páginas de lahoradigital.com le recomendamos, señor Rufian que se haga un book de boutades, provocaciones y expresiones epatantes y maleducadas y se pasee por las editoriales españolas y catalanas a ver si se lo publican y con suerte consiga un best seller para hacerse millonario. Trabájeselo. Y así su sueldo se lo pagará usted y no todos los españoles para escucharle echar "escoria y serrín" por esa bocaza.
A Gabriel Rufián le escuece la inteligencia y la altura moral del ministro Borrell, que durante el procesó, desarrolló un discurso impecable y plagado de hechos y datos "para desmontar las mentiras del proceso catalán de independentismo". Y hoy, en el hemiciclo ha querido cobrarse una pieza sin calibrar que cuando él va, el experimentado ministro dos veces, presidente del Parlamento Europeo, y catalán comprometido con la unidad territorial, viene ya de vuelta y de lejos. Le ha contestado sereno: "Ha vertido esa mezcla de serrín y estiércol que es lo único que es usted capaz de producir". Una respuesta que ha levantado a aplaudir a la bancada socialista y que ha dado pie a que el frustrado cómico Rufián se haya levantado con los brazos abiertos abochornado y sin otra salida que gritar: "Vergüenza". A lo que la presidenta del Congreso, la popular Ana Pastor, le ha recordado que "esta es la casa de la palabra pero no la del insulto".
Tres veces le ha llamado al orden, cumpliendo estrictamente el Reglamento la presidenta Pastor y acto seguido le ha invitado a "abandonar el hemiciclo". Lo que ha aprovechado la bancada de ERC, el partido de Rufián, para marcharse histriónicamente. Incluso bajando un escaño más en la indignidad, uno de los diputados de ERC, Jordi Salvador, según afirma el ministro Borrell, al pasar a su lado "le ha escupido". En el video que añadimos a esta noticia se ve el gesto. Juzguen ustedes mismos y piensen si los 7.700 euros que le pagamos todos los meses a Rufián son para insultar y escupir.