Estas elecciones andaluzas son algo más que unos comicios para elegir un gobierno. El voto de los andaluces decidirá si a partir de mayo España se echa en brazos de los señoritos radicales de Vox, Ciudadanos o del Partido Popular, tres formaciones dirigidas por unos líderes cuyo único proyecto político es descalificar y excluir a todos aquellos que no piensan como ellos...
Dijo una voz popular. Quien me presta una escalera para subir al madero a quitarle los clavos a Jesús el Nazareno". El poema de Antonio Machado cobra en estos días especial actualidad. Los andaluces se enfrentan el próximo 2 de diciembre tal vez a la última oportunidad de hacerse dueños de la escalera que les permita bajar de la cruz al "Cristo de los gitanos, siempre con sangre en las manos siempre por desenclavar". En estas elecciones no se trata de ser sanchista, susanista, podemista o de cualquier otro ista que se inventen los periodistas, incluido el de ellos mismos.
El próximo 2 de diciembre, Andalucía tiene ante sí la gran ocasión de descabalgar de su silla al jinete de la mano izquierda en la cadera y la derecha en las riendas de esa jaca jerezana que lleva en su grupa un vestido de lunares y una peineta con mantilla. Es el momento de enterrar al don Guido machadiano, ese caballero andaluz experto en manejar el caballo y maestro en refrescar manzanilla. Y para hacerlo, para quitarles el "sombrero a esos gachós trajeaos que viven de na, que lo roban, lo roban, con cuatro palabritas finas lo roban", por decirlo con la ironía granadina del malogrado Carlos Cano, los andaluces deben abrir bien los ojos y afinar el oído para descubrir y denunciar con sus votos que esas palabritas finas envuelven sonoros exabruptos plenos de espúreas demagogias, de discursos radicales y de argumentarios falaces en busca del voto necio, interesado y tan poco democrático como el talante de esos políticos cuneros que solo cruzan Despeñaperros para sacar a los cabestros y llevar al matadero a los mansos y a los bravos.
Estas elecciones andaluzas son algo más que unos comicios para elegir un gobierno. El voto de los andaluces decidirá si a partir de mayo España se echa en brazos de los señoritos radicales de Vox, Ciudadanos o del Partido Popular, tres formaciones dirigidas por unos líderes cuyo único proyecto político es descalificar y excluir a todos aquellos que no piensan como ellos. Frente a esta actitud cínica y cobarde, ahora sí, señor Casado, la izquierda debe responder con un discurso único, donde primen los proyectos basados en leyes justas y desarrollarlos sin temor a jueces timoratos y vendidos al poder de sus señores, esos señores que se rebelan ante la posibilidad de perder sus privilegios y que prefieren quemar las tierras arrebatadas antes de que vuelvan a las manos de sus auténticos dueños. Esos que inclinados sobre las espigas de trigo sonreían con resignada ironía al escuchar en el viento la copla de otro granadino valiente, el también malogrado Enrique Morente. "Aquel que tiene tres viñas y el pueblo le quita dos, que le dé gracias a Dios y a la verde oliva, que a mí me están doblando las fatigas".
No, el dos de diciembre los andaluces no deben ser ni sanchistas, ni susanistas ni podemistas. Deben ser izquierdistas serenos y rebeldes. Demócratas radicales para acabar con los lobys de la extrema derecha política, económica y judicial. El dos de diciembre los andaluces de Jaén, Málaga, Sevilla, Córdoba, Granada, Almería, Cádiz y Huelva deben hacer suyo el verso de Miguel Hernández y levantar con su trabajo y su sudor la tierra callada quemada por el dinero y el señor. El día dos de diciembre las campanas deben anunciar que la extrema derecha abandona España desde tierras andaluzas acompañando el cadáver de don Guido camino del cementerio. "Tan formal, el caballero andaluz"