Solamente un 11% de los productos cumplen con los requisitos para afirmar que han sufrido una importante bajada de precio, un 48% cuestan lo mismo que el mes anterior y un 41% han tenido alguna vez un precio más barato.
Un año más, el 23 de noviembre, comenzará el conocido Black Friday en nuestro país. Tres días de increíbles descuentos en todo tipo de productos que serán anunciados por las grandes compañías por todo lo alto. Pero ¿Cuánto de cierto tiene todo esto?
Fue en Estados Unidos dónde, como casi todo, comenzó este fenómeno. Aprovechando la proximidad con la campaña de navidad y el día de acción de gracias, las compañías tecnológicas decidieron implantar durante tres días increíbles descuentos para fomentar las compras. El problema radicó en que este fenómeno se fue expandiendo por todos los mercados, y las grandes empresas empezaron a aprovecharse de ello.
En nuestro país, como ha pasado con infinidad de cosas, se ha querido hacer una copia de esto. Pero ni celebramos el día de acción de gracias ni la campaña navideña comienza tan pronto. De hecho, es raro que los consumidores acudan a los descuentos del Black Friday para adelantar regalos de navidad. Según un estudio reciente, solo un 26% de los compradores en estas fechas realiza las compras pensando en navidad.
Lo que está claro es que se ha conseguido que sea uno de los periodos del año donde más se compra y dónde más tráfico de gente haya en todos los centros comerciales. Esto es lo que ha provocado que las grandes empresas consigan aprovecharse.
Los dos métodos más claros de que las rebajas del Black Friday no son tan rentables como parece son la subida de precios durante las semanas anteriores y los denominados productos gancho.
Con respecto a la primera, las asociaciones de consumidores advierten que tras realizar un estudio y comprobar los precios de fines de semana anteriores, 3 de cada 4 productos no habían sufrido ningún cambio de precio, y encima, algunos de los que si habían cambiado había sido para verse aumentado.
En cuanto al producto gancho, lo que utilizan las marcas es aplicar realmente descuento en productos de baja necesidad expuestos en el escaparate, subiendo el precio del resto de productos de consumo más habitual.
Lo que se puede tener francamente claro es que el fraude es real. Por unas o por otras las grandes compañías acaban ganando. Esto ha afectado también a las pequeñas empresas, ya que se ven obligadas a realizar increíbles descuentos durante estas fechas o por lo contrario será imposible competir, y, además, en estas, el fraude es mucho más complicado.