Actuando como un "lobo solitario", Manuel Murillo Sánchez, un vigilante de seguridad de Terrassa planeaba atentar contra Pedro Sánchez como venganza por sacar del Valle de los Caídos los restos del dictador Francisco Franco.
Hace tres semanas, los Mossos detenían en la localidad barcelonesa de Terrasa a un hombre de 63 años, Manuel Murillo Sánchez, que tenía como objetivo matar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Su motivación era la venganza ya que este “lobo solitario” de extrema derecha no concebía la idea de que el Gobierno Socialista exhume los restos del dictador Francisco Franco de quien era un fervoroso ídolo.
Lo cuenta este jueves el diario Público en su edición digital destacan que fuentes cercanas a la investigación que instruye el juzgado número 3 de Terrasa afirman que Manuel “era un don nadie con permiso de armas, cuya maestría en el tiro no llamaba la atención, igual que no resultaba sospechoso que llevase pistola, pues la necesitaba para su trabajo”.
El magnicidio que preparaba este fanático agente de seguridad se vino al traste al compartir en un grupo de WhatsApp sus planes. Lo hizo porque necesitaba ayuda. Según confesaron las personas a las que solicitó su colaboración, necesitaba que le enseñaran a navegar por la red para poder acceder a la agenda pública del presidente Sánchez y a enterarse a qué sitios acudiría el jefe del Ejecutivo. También necesitaba apoyo logístico.
Lo que no le preocupaba era la huida. Según cuenta la investigación, el detenido afirmaba que “estoy dispuesto a sacrificarme por España”.
La policía recibió un chivatazo de alguno de los miembros del grupo de WhatsApp en el que anunció que quería acabar con “ese rojo de mierda” como se refería al presidente. Tras rastrear al personaje, los Mossos decidieron entrar en su domicilio donde encontraron un auténtico arsenal. Dieciséis armas de fuego cortas y largas, entre las que se encontraban un fusil de asalto y cuatro rifles de precisión con los que se podía acertar a un blanco a más de 1.500 metros.
El detenido no solo tenía numerosas armas, sino que tenía la capacidad para usarlas con auténtica destreza. Era uno de los tiradores más destacados del club olímpico de tiro del Vallés. Por lo que era muy capaz de llevar a cabo las ideas que planeaba.
Para la policía, este “lobo solitario” era muy difícil de detectar ya que no tenía antecedentes penales ni llamaba la atención por ninguna causa. Es cierto que participaba en actos ultraderechistas pero jamás había sido detenido. Por tanto, la casualidad y su indiscreción han conseguido desbaratar sus temerarios planes.
El individuo era un perfecto conocedor de las armas de fuego, de hecho, en su domicilio tenía algunas armas modificadas y transformadas. Ahora, Manuel Murillo está en prisión incondicional en el Centro Penitenciario Brians-2 de Sant Esteve Sesrovires. Allí lo primero que ha hecho ha sido alardear con sus planes de matar al presidente. Judicialmente, está acusado de proposición de homicidio de autoridad, tenencia ilícita y depósito de armas. Equipos de tratamiento psicológico evaluan su capacidad mental.