Vamos a ver, que una señora tan seria como Madeleine Albright secretaria de Estado con Bill Clinton, se ocupe de un dictador como Franco, es para tomárselo muy en serio. Porque además habla de él en su último libro “Fascismo, una advertencia” (Paidós) como un entorno muy apropiado para el dictador.
En el libro, se comentan cosas muy gordas como que Franco, llamado por sus compañeros “Miss Islas Canarias” pidió ayuda a Hitler y a Mussolini para preparar una guerra civil que fuera larga y sucia.
El Valle de los Caídos - del que tanto hablamos estos días- es una ofrenda a la dictadura en el corazón de Europa. La reclasificación del monumento que debería ser convertido en un lugar de homenaje para todas las victimas de la guerra, sin importar incluso a que bando pertenecieron y en símbolo de una reconciliación, se ve obstaculizada por la presencia de los restos de Franco.
El general español, dice Albright, no tenía ni el aspecto ni la voz dominante de un líder militar. Era bajito, regordete y calvo, tenía un rostro caído, era propenso a llorar y, al emitir órdenes, tendía a chillar. Pero tenía el pulso firme para ordenar matanzas y mas tarde para firmar condenas de muerte.
La Iglesia, en combinación con la familia de Franco y con el aplauso del Partido Popular, ha vuelto a obstaculizar la exhumación de los restos del dictador. Pero antes o después, alguien (después de muchos vericuetos diplomáticos), deberá enviar a los operarios para que levanten la losa de granito bajo la que descansa el general y cerrar así el único mausoleo de un dictador entre las democracias europeas.
Mientras tanto, vivimos en España una nueva era de pos verdad, rodeados de mentiras y ficciones. La verdad y el poder del Partido Popular viajaron juntos solo cinco minutos, después siguieron por sendas separadas. Miss Islas Canarias lo dejó todo atado y bien atado.