Hace unos días leía en un periódico -digital por supuesto-la siguiente noticia con el siguiente titular. “Pánico en Bélgica por una explosión nuclear”. El diario, tras el espectacular fake news explicaba que una web había copiado de otra la noticia, que resultó ser tan falsa como la de la tesis de Pedro Sánchez o que Grande Marlaska secuestrara la portada de El jueves con Felipe VI y Letizia. Pero siendo preocupante la falsedad de la noticia aún lo es más el hecho de que la noticia llega a la red no a través de la web original, sino de una tercera fuente informativa, lo que nos impide leer en su contexto original la fake news de turno y así decidir de entrada la falsedad de la noticia al identificar en origen la catadura de la web.
Este es el problema mayor de la información basura que circula por internet sea cual sea la red social que se encarga de llenar el espectro internetero de falsas noticias. Curiosamente, tomada en su conjunto, la sociedad carece de armas para distinguir lo falso de lo verdadero ya que ignora quien le proporciona la información. Ese anonimato es el que favorece que la mentira interesada sea el núcleo de la información que circula por la red del mundo mundial, aunque sea un hecho cierto que España gana todos los años el balón de oro de las noticias falsas.
Está preocupada la sociedad por la cloaca en que se ha convertido el periodismo español, salvo honrosas excepciones, claro? Yo diría que no a tenor de los datos del CIS en los que nunca aparece esta como una de las preocupaciones de los españoles. Por desgracia, lo normal es que la mentira convertida en arma viral -según el argot tuitero- sea aceptada como verdad universal según la ideología política de cada cual.
Hasta aquí los hechos. Pero por qué es esta la realidad de la sociedad española y de sus trompeteros.
Sin duda porque las redes sociales permiten el anonimato, cuestión esta que no ocurría con la prensa de papel en el siglo XX, ni tampoco en la digital de principios del XXI. En esos años los periodistas eran profesionales con criterios éticos y con un sentido social de la comunicación. El eslogan “una sociedad sin información es una sociedad sin opinión” o “sin periodismo no hay democracia” ha desaparecido de las redacciones si es que queda alguna. Hoy, lo que importa es llevar en la bata de cola de la información no lunares, sino likes, la nueva moneda con que se paga a los judas del periodismo. Las grandes exclusiva se firman en twiter o se suben en instagram que es donde la falta de coherencia de esta sociedad se manifiesta de forma más notoria. Enseñar una teta o calumniar puede valer un millón de euros. Dar una informaciòn elaborada, contrastada y útil para la sociedad, ir a cobrar el paro.
La imagen de esta sociedad la representa muy bien ese programa estrella que lleva por nombre “Sàlvame”. España, yo diría que Europa, es hoy un gran plató en el que no importa la solidaridad y mucho menos la verdad sino ganarse el derecho a participar en otro programa . Como decía quien fue una estrella de la televisión, Mayra Gómez Kemp, “no debemos avergonzarnos del periodismo que tenemos. Es el que nos merecemos”. No todos claro, que para eso asoma su patita este periódico dispuesto a que los lectores participen en un clásico de los concursos “Verdadero o falso”. Nosotros, con su colaboración, apostamos por la verdad y por descubrir lo falso.